En la relación entre alimentación y productividad, el papel del azúcar suele estar infravalorado. Su presencia en desayunos, bebidas y tentempiés ejerce una influencia directa sobre la concentración, el estado de ánimo y la estabilidad energética a lo largo de la jornada. Comprender ese vínculo permite adoptar hábitos más conscientes, especialmente en el entorno laboral, donde el cansancio o la falta de atención se interpretan con frecuencia como cuestiones de voluntad, y no como lo que muchas veces son: consecuencias de una alimentación desequilibrada.
El azúcar —en cualquiera de sus formas: refinado, moreno, siropes...— provoca una rápida elevación de la glucosa en sangre. Este aumento genera una sensación inmediata de energía, pero es efímero. El organismo responde con una liberación de insulina que devuelve los niveles de glucosa a la normalidad, a menudo por debajo de su punto inicial. En ese momento aparece el descenso: somnolencia, irritabilidad y dificultad para mantener la atención. En contextos de trabajo prolongado, este ciclo de picos y caídas se repite varias veces al día y se traduce en menor rendimiento cognitivo y mayor deseo de consumir nuevos productos dulces.
Los edulcorantes, por su parte, no resuelven el problema de fondo. Aunque no aporten calorías, inducen una respuesta sensorial similar a la del azúcar y alteran la percepción natural del sabor dulce. Algunos estudios sugieren además que su consumo habitual puede modificar la microbiota intestinal y la regulación del apetito. De este modo, sustituyen el efecto inmediato del azúcar por una dependencia más sutil, en la que el cuerpo continúa esperando estímulos dulces sin obtener un aporte nutritivo real.
Alimentación y productividad
En la práctica diaria de oficinas, talleres o comercios, este patrón se refuerza con facilidad: desayunos basados en bollería industrial, bebidas endulzadas o bocadillos de pan blanco con embutidos procesados, proporcionan saciedad breve pero poco valor nutricional. Frente a ello, una alimentación equilibrada durante la jornada —basada en frutas, frutos secos, cereales integrales o elaboraciones sin azúcares añadidos— contribuye a estabilizar los niveles de glucosa y a sostener la concentración durante más tiempo. No se trata solo de elegir menos azúcar, sino de elegir mejor: alimentos reales, con ingredientes de calidad y sin aditivos innecesarios.
En Bakery ZeroZero trabajamos precisamente en esa dirección. Nuestra repostería se elabora sin azúcar ni edulcorantes añadidos; endulzamos de manera natural, con frutas e inulina, y utilizamos harinas que favorecen una liberación de energía gradual. Son productos concebidos como parte de una alimentación compatible con el bienestar y el rendimiento diario.
La relación entre lo que comemos y lo que rendimos es más estrecha de lo que solemos admitir. No nos confundamos: más allá de cualquier moda, elegir productos equilibrados y naturales representa una clave de salud y también de profesionalidad y eficacia. Cuidar lo que se come supone una forma de cuidar la calidad del trabajo que hacemos.